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10

Ene

2014

LA FABULA DE UNAS SETAS EN LA JUNGLA PDF Imprimir E-mail
Encarnación

 

Me comentaba su frustración hace meses, durante un velatorio. El pasillo del tanatorio era perfecto escenario metafórico para su negro presentimiento: «No hemos aprendido nada de tanta desgracia como tenemos encima. El problema no es solo que nos hayamos cargado el país con tanta corrupción y tan pocos escrúpulos, es que ya nos conocen fuera. Y nuestras empresas no generan más que desconfianza, por sus bajas temerarias para hacerse con grandes contratos, con números imposibles que luego necesariamente, por pura lógica matemática, tendrán que equilibrar con sucesivos reformados e imprevistos muy previstos. Eso por no hablar de cómo unos y otros preparan el terreno y allanan la burocracia para encauzar los concursos públicos... Así es imposible. Con la imagen que ha generado nuestra crisis fuera y cómo estamos exportando los vicios que la cimentaron ya desconfían de nosotros en sitios donde ayer había que hacer gestiones con guardaespaldas. Es un desastre para mucho tiempo».

Me he acordado ahora de aquella conversación. Y no solo por las noticias del canal de Panamá. En nuestro microcosmos sevillano estamos viendo salir a la luz historias macabras del libro de esa selva de la contratación pública en la que muchos dieron más dentelladas de la cuenta. No hay que ir más lejos. La madeja ha unido las manos de funcionarios y empresarios presuntamente corruptos camino de Sevilla 1. Poco puede ya asustarnos.

Pero no hay que ir a la crónica negra para percatarnos de cuánto cuesta la falta de rigor en la contratación pública. En Sevilla le hemos puesto un monumento en la fábula de las setas de Jürgen Mayer. No se estanquen en debates estéticos para no perder la perspectiva. Diez años después seguimos pagando aquella ocurrencia y la factura sigue abierta. Millones de hormigón enterrados innecesariamente, cálculos de estructura erróneos, compensaciones a posteriori, reformados, retrasos en el tajo y urgencias electorales, trueques y contratos apalabrados... Esta semana se ha entregado a Sacyr el edificio municipal de Hacienda en la Encarnación, como parte del pago pendiente de un proyecto que duplicó su presupuesto. Y ya Urbanismo estudia una petición para permitir elevar en una planta ese edificio, como forma de pagar la deuda que todavía reclama la constructora, y así ¿poner fin? a esta historia interminable de la que no escarmentamos.

 
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