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23

Ene

2009

Torre de Dudas PDF Imprimir E-mail
Las máquinas avanzan por el solar de Puerta de Triana y con ellas las dudas en torno a la construcción de Torre Pelli, futura sede social de Cajasol. Para aportar nuevos puntos de vista al debate sobre el proyecto, Arquitectura y Compromiso Social organizó ayer en el Colegio de Arquitectos una mesa redonda.
El primero en intervenir fue Víctor Fernández Salina, profesor de la Facultad de Geografía e Historia y representante de Icomos, que recientemente hizo un duro informe sobre el proyecto. Fernández Salina destacó que desde el punto de vista patrimonial es difícil encontrar argumentos a favor de un rascacielos tan cerca del casco histórico, apenas a 80 metros, que de hacerse sería el único caso en Europa. Consideró además que esta torre sería incluso peor que el proceso de destrucción de palacios de Sevilla en los años 60 y 70, porque en aquel caso se mantuvieron los volúmenes de la ciudad y ahora se rompería su perfil de «magnífico exponente de ciudad histórica europea».
Fernández Salina destacó que desde Icomos no se está tanto en contra del proyecto en sí como de su ubicación, ya que no sólo está muy cerca del casco histórico sino que las principales perspectivas de la ciudad confluyen en él. «Será una especie de mausoleo para los políticos de la ciudad», apuntó, en un lugar que «no es un espacio inocente, sino todo lo contrario, le proporciona las mejores perspectivas de la ciudad». Y todo para construir un rascacielos que rompe el paisaje urbano y crear otro que «está haciendo iguales a todas las ciudades del planeta» desde una falsa perspectiva de modernidad cuando ésta, dijo, «no sabe de tamaños».
Al impacto sobre el paisaje se suman las dudas en términos económicos. Luis Andrés Zambrana, profesor de la Facultad de Económicas, recordó que el coste estimado del proyecto ha pasado de los 265 a los 313 millones de euros. Luego apuntó las dudas sobre su viabilidad económica reconocida desde la propia Cajasol, donde le han asegurado que no existe un estudio financiero para su explotación.
Este profesor de la Facultad de Económicas consideró que al tratarse de un proyecto no productivo el impacto económico «no va a tener gran incidencia en la generación de riqueza de la ciudad» y consideró que su ejecución pone en riesgo uno de los sectores económicos más importantes, el turismo. Es más, destacó que su ejecución se encuadra más en la pugna por situarse entre las ciudades con símbolos que la identifiquen como una ciudad moderna, algo a lo que se suma que la propia Cajasol necesita de una imagen moderna y nueva, es decir que se trata más de una apuesta política que un proyecto con valor económico.
Fernando Sancho Royo, profesor de la Facultad de Biología, dió su visión de la sostenibilidad del proyecto cuestionando primero su necesidad, luego el escaso proceso participativo en torno al proyecto que, dijo, se ha hecho «a espaldas de los sevillanos», y más tarde destacando que el proyecto viene a resaltar la segmentación de la ciudad y no resuelve los problemas de tráfico que generará en su zona. Como contraposición a este proyecto que, dijo, responde a intereses propagandísticos, señaló el de Abengoa, que ha apostado por varios edificio de baja altura y más sostenible para su sede en Palmas Altas.
Por su parte, Jorge Benavides, profesor de la Escuela de Arquitectura subrayó que hasta ahora nadie ha dado a conocer qué razones técnicas han hecho que se otorgase una «desmesurada edificabilidad» a este proyecto, mientras se negó autorización al proyecto de Bofill que preveía una un 50% menos o por qué Cultura no dió su visto bueno a este proyecto cuando su torre de 80 metros perjudicaba al conjunto histórico y en cambio ha guardado silencio sobre una torre de 178 metros en la misma parcela.
Benavides hizo hincapié en el déficit democrático que ha sacado a la luz la escasa participación en torno a un proyecto donde «está en juego la posibilidad de romper, como pretende el alcalde, la coherencia, la sintaxis urbana que hemos heredado de años anteriores». En ese sentido consideró que hubiera sido más lógico construirlo junto al estadio olímpico, ya que hubiera contribuido a impulsar el desarrollo de la zona.
Un asistente al coloquio, se mostró a favor del proyecto como, dijo, otros muchos sevillanos y recriminó que en el encuentro no hubiesen participado expertos que lo apoyasen. Benavides dudó de esas encuestas y señaló que quienes lo apoyan «no se hacen presentes».
El inicio de las obras de la Torre Pelli en la Cartuja no ha supuesto el fin de las muchas dudas que aún plantea el proyecto. Ayer, varios expertos señalaron los riesgos que, a su juicio, supondrá su ejecución para Sevilla
 
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