promo

Síguenos en Twiter

Banner
Banner

Mar

31

May

2016

LA ESQUINA DEL TIEMPO PDF Imprimir E-mail

EL MUNDO/ 20 DE MAYO DE 2016

Juan Miguel Vega

HAY ALGO hermoso y poético en el hecho de que una ciudad llore la desaparición de un puesto de calentitos; algo que también es elogiable pues con ese llanto la ciudad demuestra conocer y valorar el trascendentalismo, casi espiritual, y la importancia de ese suceso, tan nimio en apariencia. La Historia, la nuestra en particular; la que vivimos las personas normales y corrientes, no es la que luego reflejan los libros, sino otra que discurre en paralelo a los avatares de gobernantes y ejércitos, jalonada por pequeños acontecimientos que la van marcando y sirven como puntos de referencia a nuestra memoria. Lo comprenderán mejor si les digo que en los recuerdos de la mayoría de nosotros la firma del Protocolo de Kyoto tendrá, seguro, bastante menos presencia que el cierre de la centenaria calentería del Postigo; del Postigo del Aceite, el cual está previsto para este próximo domingo. No hay mejor alegoría del pasar del tiempo que estos humildes establecimientos, en cuyos peroles el aceite gira en sentido contrario a las agujas del reloj, dorándose en él espirales interminables de masa que vienen a ser humeantes metáforas de las vueltas que da la vida. La foto que pasa por ser la primera que se hizo en Sevilla, fechada en el año de 1840, es una imagen del Arco del Postigo tomada desde el flanco de extramuros. En esa foto ya está el puesto de calentitos. O al menos el local que lo ha albergado a lo largo de las cinco generaciones que lo han venido regentando. Con su cierre se transformará sutilmente y para siempre un paisaje que nos es familiar desde que tenemos uso de razón; será como si de nuestra casa se llevaran algo que siempre estuvo en el mismo sitio. Nada volverá a ser igual, aunque lo parezca. Hay quien para ese día ha organizado una compra masiva de calentitos, a modo de homenaje póstumo. No creo que fuera necesario, pues seguro que son muchos los que, sin estridencias noveleras, con la misma callada rutina que cada año observó al pasar a su lado el Señor del Gran Poder, tenían previsto dar su último paseo de sus vidas, para que Ángela les despachara la última rueda. No estamos, sin embargo, ante ninguna tragedia, sólo es la mera consecuencia de la ley de la vida. El cierre de la calentería del Arenal, que Rogelio el de Trifón sitúa certeramente en las 'afueras' de Sevilla, acontece por un hecho hasta cierto punto feliz: la jubilación de su afanosa dueña, a quien ya tocaba descansar. A punto está pues de apagarse el fuego ritual que tantas horas del amanecer dio en esa esquina del tiempo. A punto está de empezar otro capítulo de nuestras vidas.

 
Informacion