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Mar

20

Sep

2016

LA CULTURA Y EL PATRIMONIO QUE ESTÁ PENDIENTE PDF Imprimir E-mail

LA CULTURA Y EL PATRIMONIO QUE ESTÁ PENDIENTE

Tras muchos años de acciones judiciales, ADEPA consiguió que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía y el Tribunal Supremo, sentenciaran que ni el Plan General de Ordenación Urbana, ni los Planes Especiales de Protección del Conjunto Histórico cumplían con las Leyes de Patrimonio, de aquella sentencia devino el que el Conjunto Histórico de Sevilla esté dividido en dos grandes sectores: el que cuenta con Planes Especiales de Protección aprobados antes del Plan General de Ordenación Urbana y el que el Tribunal Supremo ha obligado a que estrictamente se cumpla la Ley de Patrimonio.

Así, en la Calle Alfonso XII en su acera de la izquierda mirando hacia Plaza de Armas no se puede ir más allá de lo que marca la Ley de Patrimonio; mientras en el mismo sentido, en la acera de la derecha, se permite lo que se quiera utilizando un instrumento corruptor y contrario a la defensa del Patrimonio: la excepcionalidad, que es el escudo de la Comisión de Patrimonio, Cultura, constructoras, especuladores y Ayuntamiento para saltarse las leyes. La expresión “excepcionalmente se permitir”, la han convertido en siempre se permitirá lo que nosotros queramos.

Así excepcionalmente, los edificios multiplican su altura cambiando fachadas, patios, estructuras de edificios, etc. Se crean nuevas calles que al permitir nuevas fachadas alientan el beneficio especulativo o se modifican interiores para “modernizar” todo excepcionalmente, todo cuando quiere el poder que es casi siempre.

Ahora el Ayuntamiento quiere modificar el PGOU, pero como les da igual la sentencia del Supremo, ni se plantea un cambio en la normativa para que cualquier excepción venga reflejada en la ficha de protección del edificio, evitando así la arbitrariedad y la generalización.

Es demasiado pedir que el Ayuntamiento de Sevilla, la Junta de Andalucía, cumplan la Sentencia y obliguen a los especuladores a cumplirlas, porque el poder de verdad todos sabemos que no está en los políticos, sino en los que mandan con su dinero y sus comisiones.

 
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