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2017

LA CAIXAFORUM MUESTRA LA HUELLA DE SEVILLA EN LA PINTURA DE SOROLLA PDF Imprimir E-mail
Caixaforum

ABC SEVILLA / 5/7/2017

JESÚS MORILLO

La pintura impresionista de Joaquín Sorolla suele identificarse con el Mediterráneo de las playas de su Valencia natal o los numerosos retratos que realizó a su mujer y musa Clotilde. Pero el artista tuvo tiempo dentro de su prolífica producción para acercarse también a Sevilla. Bien conocidos son los tres grandes paneles con la ciudad como motivo que realizó por encargo de Archer Milton Huntington para la Hispanic Society neoyorquina: «Los nazarenos», «El baile» y «Los toreros», que hace no muchos años pudieron verse en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Menos conocido es, sin embargo, la influencia que tuvieron jardines de inspiración arábigo andaluza, como los del Real Alcázar, no solo en la producción pictórica de Sorolla, sino también en su concepción de este espacio, que llegó a tomar de modelo para el jardín de su casa madrileña.

Este último aspecto lo ilustra con numerosos detalles «Sorolla. Un jardín para pintar», la primera exposición de la programación ordinaria del CaixaForum y que, específicamente concebida para Sevilla, se revela como la más ambiciosa de las programadas hasta final de año.

La muestra, que ha abierto este miércoles sus puertas, mostrará hasta el próximo 15 de octubre la mirada del pintor valenciano sobre los jardines del Real Alcázar y de la Alhambra de Granada, puntos de partida de muchos de los elementos del jardín que diseñó para su casa madrileña y que, como también puede apreciarse en los lienzos que cuelgan del CaixaForum, concibió como una obra de arte más.

Más de 170 piezas
Para mostrar esa relación y la concepción del jardín como refugio para la creación artística y el disfrute de familia y amigos, la exposición presenta más de 170 piezas, entre pinturas, bocetos, dibujos, azulejos que coleccionó el artista y con los que realizaba composiciones para su casa, esculturas de Benlliure que poseyó en su jardín y fotografías que muestran la construcción del que se convertiría, a su muerte, en el Museo Sorolla de Madrid.

La muestra incluye más de 170 piezas como lienzos, bocetos, dibujos, azulejos, esculturas... que muestran la concepción del jardín del artista valencianoLa exposición se presentó ayer en el CaixaForum de Sevilla, en un acto que contó con la directora del Museo Sorolla y comisaria de la muestra, Consuelo Luca de Tena; las otras dos comisarias, Ana Luengo —especialista en paisajismo— y María López Fernández —historiadora del arte—; el director del CaixaForum, Moisés Roiz; y el director territorial de CaixaBank en Andalucía Occidental, Rafael Herrador. Estaba prevista la intervención de la directora general adjunta de la Fundación Bancaria «la Caixa», Elisa Durán, pero no pudo llegar a tiempo por complicaciones surgidas en su vuelo.
Ese interés por el palacio real sevillano puede rastrearse en óleos que muestran los jardines de Carlos V, la fuente de Mercurio, la galería de los Grutescos o una alberca. Pero más allá de la pintura, la exposición presenta el influjo que sobre su propio jardín que tuvieron los parterres, azulejos y demás elementos de esas zonas verdes de inspiración islámica. «Copió partes del Alcázar para el jardín de su casa», señaló Ana Luengo.

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Esa huella de Sevilla también se deja notar en el gusto de Sorolla por la jardinería del Parque de María Luisa, obra de Nicolás Forestier, que al parecer, según la correspondencia del artista, pudo visitarle en Madrid, pero también de Javier Winthuysen, pintor y diseñador de jardines sevillano.

Además, la fuente que Sorolla ubicó en su jardín madrileño fue un regalo de la condesa de Lebrija, quien le obsequió además con un cuadro de la escuela de Ribera y que se conserva en el museo, a cambio del retrato que el pintor valenciano le hizo a la aristócrata.

El jardín tenía para Sorolla una doble función: ser un lugar de reunióncon la familia y un refugio para pintarMás allá de la relación con Sevilla, la muestra presenta la doble función que tenía el jardín para el artista, según explicó Consuelo Luca de Tena: de un lado, la social, como lugar de reunión con la familia y amigos; y de otro, como un refugio para pintar.
En ese sentido, López Fernández, incidió en que Sorolla al igual que otros artistas, como Claude Monet o Max Liebermann, se construye un refugio para desarrollar su pintura en esos años que coinciden con la I Guerra Mundial.

Esta pintura, tal como señaló Consuelo Luca de Tena, es muy despojada, realizada casi como de una acuarela se tratase, y muy libre. De hecho, Sorolla se dedica a pintar jardines propios y ajenos para relajarse mientras está realizando la serie de la Hispanic Society, donde emplea una técnica «más fuerte, más precisa, con mucha composición y mucha coreografía».

De hecho, esta pintura la realizó Sorolla para sí mismo y no para ofrecerla a sus clientes y marchantes, por ello casi toda permanece en la colección personal del museo madrileño o las colecciones de su entorno familiar.

Esa pintura de jardines permitió al artista valenciano, añadió López Fernández, «despojar su pintura de todo lo accesorio, donde cada vez necesita menos para expresar más», lo que confiere, en su opinión, una palpable modernidad a su obra.

 
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