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2018

PEÑAFLOR NO TIENE QUIEN LO ABRA PDF Imprimir E-mail
Ecija

CORREO DE ANDALUCIA / 1/3/2018

MANUEL RODRIGUEZ

El Palacio de Peñaflor, los emblemáticos balcones largos de Écija, siguen cerrados medio año después de terminar la primera fase de su restauración y desde que se dijera que se abrirían al público. A pesar de anunciar que en septiembre del año pasado el edificio estaría «abierto sin interrupciones», el Consistorio admite que no sabe cuándo podrá abrir el palacio.

Los balcones largos permanecen cerrados tras la apertura parcial al público de julio pasado, cuando se reinauguró el edificio de forma puntual y extraordinaria para el concierto final del ciclo Música en los palacios de Écija. Tras esta, el equipo de gobierno socialista estimaba que «para final de septiembre [de 2017], el palacio de Peñaflor será visitable de forma permanente para los ecijanos y gente de fuera que quieran venir a visitarlo».

Medio año después, el portavoz municipal socialista, José Antonio Rodríguez, no se atreve a poner fecha a la apertura pública del palacio, una cuestión a la que, por otro lado, obliga la normativa del 1,5 por ciento Cultural, el programa del Gobierno central gracias al cual se ha rehabilitado el acceso monumental del palacio, que, además de requisitos económicos, obliga a incorporar un plan de actuación posterior y un estudio económico financiero para explicar cómo se va a recuperar el dinero invertido en la restauración del edificio. Igualmente, se valora en este plan estatal de ayudas al patrimonio que las actuaciones sean susceptibles de ser entregadas al uso público previsto, una vez finalizadas.

«Decir una fecha concreta de apertura del Palacio de Peñaflor corre el riesgo de no poder cumplirla y parece que es una fecha errónea», reconoce Rodríguez, que enfatiza que «la intención es abrirlo lo antes posible». El problema, según el portavoz municipal del PSOE, es de falta de personal y medios. La gestión turística del monumento –uno de los Bienes de Interés Cultural (BIC) de Écija– ha sido cedida a la Fundación Ciudades Medias del Centro de Andalucía, que no ha puesto medios materiales ni humanos para enseñar el palacio y, por tanto, tenerlo abierto al público como establece la normativa del 1,5 por ciento Cultural.

En esa cuestión hace falta concretarlo prácticamente todo, según el gobierno local. «Hace falta personal que esté pendiente de aquello, hace falta personal de limpieza, hace falta personal de seguridad y hace falta hacer una regulación específica de cómo va a funcionar todo eso», relata José Antonio Rodríguez. Un personal contratado y una regulación del funcionamiento de la apertura del monumento de la que ahora mismo se carece, según Rodríguez, que admite que «lo que ahora mismo nos está paralizando es fundamentalmente la falta de recursos y la falta de medios». La Fundación Ciudades Medias recibe del Ayuntamiento de Écija en torno a 60.000 euros para encargarse de la explotación turística tanto del Palacio de Peñaflor como del de Benamejí, el Arca Real del Agua y el Estanque Romano de la plaza del Salón, según el contrato firmado el pasado verano. Para ello se ha contratado a una coordinadora y se ha abierto una bolsa de contratación de guías turísticos que, explica el gobierno municipal, aún no está cerrada.

«No obstante, el Palacio de Peñaflor se está utilizando, hay determinados grupos concertados que en un momento dado pueden utilizarlo», afirma Rodríguez, que explica que el edificio se puede abrir previa reserva y que ha acogido una reunión de la comisión local de Patrimonio, aunque reconoce que no es posible mantenerlo abierto de forma ordinaria y continuada en el tiempo.

Más desconchones

Otra cuestión que ha llamado la atención sobre la falta de uso continuado de Peñaflor es la aparición de desperfectos en su fachada y en algunas zonas del interior, que desde el Ayuntamiento se achaca a un problema de fraguado del mortero de cal que produce un fallo de adherencia, y que ha provocado desconchones en las paredes tanto exteriores como en partes del interior.

El Consistorio ecijano lo atribuye a «vicios ocultos» en la terminación de la obra y reconoce que ese deterioro ya era visible en agosto, con posterioridad a la recepción de la obra –que tuvo lugar el verano pasado– aunque no aclara si ya habría dado traslado de los desperfectos a Tragsa, la empresa pública del Ministerio de Fomento que llevó a cabo la primera fase de la restauración

 
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