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SOBRE LAS ALMENAS CAÍDAS Imprimir

DIARIO DE SEVILLA / 17/4/2018

JOSÉ GARCÍA TAPIAL

El almenado constituye un elemento característico y definidor de nuestras fortificaciones medievales en general y de nuestras murallas islámicas en particular. Su silueta inconfundible nos retrotrae indefectiblemente a un pasado común a respetar. Su identificación, embutido dentro de los paramentos de algunos viejos muros de Sevilla nos ha permitido conocer la pervivencia de aquellos fragmentos de murallas que aún permanecen escondidos entre nuestro caserío. Recuerdo todavía la emoción que esto supuso para el equipo de técnicos municipales que formábamos con José María Cabeza, Gonzalo Barrera y el, reciente y prematuramente desaparecido, amigo y compañero en tantos quehaceres, José María Morales Hevia. Entonces, 1985, el descubrimiento tras los primeros trabajos, de unas almenas en la pared de un taller de reparación de automóviles en la calle Habana, nos reveló dos cosas: que el viejo muro era en realidad la muralla almohade de la Casa de la Moneda y que, lo más importante, no había sido desmochada y estaba íntegra en toda su altura.

El estado del almenado está siendo en los últimos tiempos, objeto de diversas noticias, sobre todo el de muralla de la Macarena. En repetidas ocasiones se ha manifestado la preocupación al respecto por parte de vecinos y responsables municipales. El detonante de esta situación de preocupación y alarma fue la caída, durante el pasado mes de agosto, de parte de una almena por el impacto de una rama desprendida de un gran árbol situado en el interior del recinto acotado del bar La Pastora.

MUCHOS INDIGENTES ACCEDEN A LA LIZA A TRAVÉS DEL ALMENADO DE LA BARBACANA

El más reciente se ha producido hace pocos días cuando se ha advertido la ausencia de una almena de la barbacana, en las proximidades del Arco, y la existencia de unos fragmentos de la misma en el interior de la "liza" (espacio entre muralla y barbacana). Pese a la, aparente, proximidad en el tiempo de ambos incidentes, creo que no responden a las mismas causas. Veamos por qué: en primer lugar, porque el incidente de La Pastora fue debido a la caída de una rama de un gran árbol cercano mientras que en el otro caso no existe árbol próximo alguno. Segundo, porque aqual afectó a una almena de coronación de la muralla, siempre más expuesta, mientras que en el otro caso fue sobre un merlón de la barbacana, un antemuro más bajo y protegido de las inclemencias. Pero, sobre todo, porque la caída de esta última almena no se ha producido recientemente sino hace más de un año. En efecto, tengo recogido fotográficamente que, ya a finales de 2016 faltaba esa almena y existían esos fragmentos esparcidos en el suelo en idéntica posición a como aparecen en las imágenes recientes. Habrá que buscar, pues, otra posible causa.

Desde que, a partir de 1986 se excavó la liza, recuperando su cota original, y se pavimentó, este espacio entre muralla y barbacana ha sido frecuentado por grupos de indigentes, como conocen bien los vecinos del entorno, montando en su interior auténticos campamentos, hasta con tiendas de campaña y mobiliario diverso como puede apreciarse en la imagen que acompaña este texto. Como los extremos de este espacio arqueológico están cerrados por cancelas, el acceso de estas personas se ha venido realizando a través del almenado de la barbacana, en aquellos puntos donde esta tiene menor altura, como es el caso de la almena caída (o tal vez derribada), situada a poco más de metro y medio de altura. A esto hay que añadir que estas almenas de la barbacana no son las originales. En efecto, como ha documentado la profesora Magdalena Valor, en abril de 1882, los vecinos de la zona, en protesta por la decisión municipal de mantener la muralla de la Macarena, vandalizaron la barbacana derribando sus merlones lo que obligó al Ayuntamiento a acometer su reparación mediante el "expediente para reponer las almenas que se han derribado en la Barbacana de la Macarena", existente en el Archivo Municipal. Tal vez esta precipitada operación de "pegado" de las nuevas almenas, posiblemente no suficientemente trabada con la fábrica original, junto al continuo trasiego de personas y enseres ha acabado debilitando esta almena concreta, provocando su caída.

Entiendo, por tanto, que estas caídas no pasan de ser meras anécdotas puntuales que no nos deben hacer dudar de la estabilidad de la muralla; no debemos tomar el estado de la parte por el todo. No obstante creo que es oportuno que se revisen la totalidad de los merlones para comprobar si su traba es la correcta pues, posiblemente, este no haya sido el único caso de reposición defectuosa. Lo más positivo, creo, de la actual situación, ha sido constatar la sensibilidad ciudadana respecto la conservación y disfrute de nuestra vieja muralla, así como la celeridad demostrada, ahora, en la respuesta municipal.