Mar

16

Sep

2008

MI QUERIDA SEVILLA PORQUE TE MALTRATAN TANTO Imprimir

MI QUERIDA SEVILLA,¿ POR QUE TE MALTRATAN TANTO ?

POR VICTOR DELGADO

¡AQUI ESPAÑA!    No hay duda de que SEVILLA es una ciudad única! La visito todos los años, y en cada ocasión descubro cosas nuevas en ella y disfruto de aventuras diferentes, porque a pesar de su historia milenaria, la antigua "Hispalis" evoluciona constantemente. Echo de menos el folklore de décadas pasadas, pero me conformo con el que invade a la ciudad durante la FERIA DE ABRIL y otras “fiestas mayores”, como las llaman en el AYUNTAMIENTO, Cuando visito Sevilla, intento convertirme en un sevillano más… la mejor forma de conocerla e identificarme con el carácter del andaluz, el cual parece haber nacido con la obligación de ser simpático y tirarlo todo a broma… bueno, casi todo, porque los he visto enfadados, y entonces se vuelven temibles. Me encanta despertarme temprano en las mañanas y caminar por esas vetustas calles adoquinadas que se aferran a las aún frescas y agradables temperaturas de la madrugada. Mis recorridos mañaneros por lo general comienzan en  la PLAZA NUEVA, no lejos donde me hospedo habitualmente. Desde allí me adentro a los intrincados laberintos del sevillanísimo barrio de EL ARENAL. Camino por la CALLE GAMAZO hasta CASTELAR, doblo a la izquierda por la CALLE ARFE y llego hasta lo que en tiempos pasado fue EL POSTIGO (o mercado de abastos), hoy un edificio semi-abandonado al que la municipalidad no le acaba de encontrar uso. Se ha convertido en un fantasma de ladrillos rojizos, y quienes preguntan qué es aquel recinto triangular, reciben las respuestas más variadas e incongruentes. ¡Nadie sabe la verdad ni cuáles son las intenciones del Ayuntamiento! ¡Lleva años cerrado!      A medida que avanzo en mi recorrido, después de tomar en algún bar agradable próximo al CORREOS mi inevitable CAFÉ CON LECHE y TOSTADA CON ACEITE DE OLIVA, puedo observar cómo los camioneros estacionan sus camiones y furgonetas sobre la misma acera (por fortuna, a esa hora aún no hay muchos peatones, y el tráfico de vehículos no alcanza la intensidad de otros horarios), se afanan en hacer la entrega a tiempo del pan, el pescado, las verduras y todo lo necesario para el funcionamiento de los establecimientos que atienden, y lo hacen de una forma vertiginosa, como no la he visto en otras ciudades que mi trabajo como periodista me lleva a visitar con frecuencia.     Apenas son las siete de la mañana, pero en la calle GARCIA DE VINUESA veo a una anciana que riega los geranios en su balcón con una inmensa regadera, sin  importarle que quienes pasen por la acera se mojen… La miro con detenimiento e intento justificar su comportamiento: se me ocurre pensar que tal vez la señora sufre de insomnio y se levanta a deshora, o quizás quiere llegar a tiempo a la misa de ocho  que algún cura desvelado ofrece en el SAGRARIO DE LA CATEDRAL, pero antes desea darle  de beber agua a las queridas plantas que adornan su balcón. Otros a mi alrededor no son tan comprensivos como yo, evidentemente. “¡Oiga señora! ¡Por favor!”, le grita alguien indignado que mira hacia arriba para saber de dónde proviene el agua que le ha empapado su chaqueta. Pero la anciana no parece inmutarse con el grito de censura. Se asoma para mirarlo desde arriba, sonríe, y simplemente se encoje de hombros. “Hombre, hay que ser comprensivos”, parece decirle con su gesto, disculpándose a su manera… y continúa regando las macetas restantes. Sevilla sigue despertando, progresivamente. Al rato se comienzan a ver los empleados que se dirigen a sus respectivos trabajos con cara de haber trasnochado. No parece importarles mucho; los sevillanos están acostumbrados a dormir pocas horas. Y, casi al unísono, comienzo a escuchar todos esos sonidos ––¿podría llamarlos “ruidos”…? No se…–– que son característicos de mi ciudad favorita: se van alzando con gran estruendo las rejas que protegen algunos comercios, se abren los altísimos portones de madera y se escuchan las protestas malhumoradas de quienes descubren sus paredes decoradas con grafitti durante la noche. Un  un taxista malhumorado le p ita el claxon a un transportista que se demora en las entregas y ya ha tardado medio minuto más de lo debido… “¡Hombre! ¿A dónde cojones va…?”, le grita desde la ventanilla de su taxi, mientras que el aludido le responde, irritado: “¡Que no pasa ná, hombre! ¡Un poco de paciencia… ¿no? ¡No vé que estoy currando!”. Y así, con alguna pereza, Sevilla continúa desperezándose para iniciar un nuevo día.

 

 

 

 

 Miro a mi alrededor y doy paso en las aceras a los funcionarios de oficinas del Estado y ejecutivos de empresas que corren apresuradamente ––y con expresión de pocos amigos reflejado en sus rostros–– para llegar a sus destinos al menos  “menos tarde”… porque la puntualidad, evidentemente, no es fácil de cumplir en una ciudad tan bella e interesante como Sevilla, donde a cada paso te encuentras con algún conocido al que debes saludar y al menos preguntarle por la familia. Esta cordialidad consume tiempo, obviamente. Y si he regresado de mi primera caminata del día al “casco viejo” ––donde me gusta hospedarme para sentir más de cerca ese sabor especial que proyectan los sevillanos mañaneros–– es inevitable que me aturda un poco con el ruido de los choferes de coches cuyos motores van tosiendo por la congestión del tráfico… “¡Por dónde coño voy a transitar si el puto Alcalde ha cerrado el centro a los vehículos”, grita un taxista mirando al agresor más próximo por el espejo retrovisor de su taxi, harto de que le piten el claxon sin que pueda moverse un centímetro, atrapado por una larga fila de automóviles y camiones que van delante de él y no le permiten avanzar.          Sí, Sevilla se ha despertado; se estira una vez más en su lecho junto al río GUADALQUIVIR, y más de un sevillano que no muestra prisa ––probablemente jubilado o en un paro del que no acaba de escapar––se detiene en su andar para admirar a una joven sevillana que camina con una falda muy corta,  haciendo aspavientos de equilibrio, para avanzar por calles adoquinadas, supuestamente para el uso exclusivo de peatones.  Sonríen, tal vez esperando que se produzca el accidente… pero no me cabe duda de que están dispuestos a rescatarla si falla en alguna de sus piruetas para escapar de los adoquines.     El aspecto de los transeúntes con los que me cruzo ya no es el mismo de los sevillanos de toda la vida. ¡Los turistas ya están invadiendo las calles del centro, mirándolo todo con ojos de águilas al acecho! Me acerco por la calle ALVAREZ QUINTERO a la CATEDRAL y escucho el sonido de las pisadas de los caballos que tiran de los coches que se estacionan junto a la segunda iglesia mayor del mundo, admiro la arquitectura del PALACIO CARDENALICIO donde el CARDENAL AMIGO VALLEJO  debe estar desayunando a esas horas de la mañana, y me complace contemplar una escena única que refleja que la competencia entre los seres humanos, similar en todas partes: los cocheros ofrecen sus servicios para recorrer la ciudad a los turistas que pasan por su lado. Si bien el precio de los recorridos por horas están regulados por algún organismo oficial, escucho que  cada uno pide un precio distinto por sus servicios, e inclusive aseguran que llegan hasta la MACARENA. Bueno, ¡así es la competencia en este  mundo en proceso de globalización, ya sea en Sevilla, Nueva York, Salzburgo o cualquier otra ciudad donde aún circulen coches de caballos para los turistas. ¡Hay que sobrevivir; es lo más importante… y los sevillanos lo saben!     Así se va sacudiendo Sevilla del frescor matutino y la ciudad adquiere su dinamismo habitual; esa magia tan especial que la envolvió durante las primeras horas de la mañana, comienza a desaparecer. Poco a poco, ya no se escuchan los sonidos de bienvenida al día.  Un billetero pregona los números que vende… asegura que el 47 es el de la suerte, y coincide con que es mi número preferido. Le compro dos fracciones, y agradezco que me desee la suerte. Ahora es más intenso el ruido de los motores de los coches que se recalientan peligrosamente. Los atascos ––compruebo–– son mayores… y me alegro de ser un simple peatón que deambula por calles por las que apenas pueden transitar los vehículos.     Los taxis que se aventuran a penetrar el “casco viejo” por la CUESTA DEL ROSARIO luchan por recoger a quienes deben hacer gestiones de todo tipo en los distintos distritos de la ciudad, y los camiones cargados de mercancías continúan arribando al “centro”, comprobando que no hay sitio donde estacionar sus vehículos, ni siquiera en la PLAZA DEL SALVADOR, frente a la iglesia ya restaurada, que se supone que sea un área para peatones, pero donde todos los choferes aparcan sus coches, furgonetas y camiones, sin importarles mucho los “regaños” que puedan darle los llamados MUNICIPALES, los cuales  ––desde luego–– brillan por su ausencia. ¡Ningún chofer cumple las normas establecidas para que la carga y descarga de mercancías se produzca antes de las once de la mañana! Es lo establecido en las ordenanzas municipales, pero nadie parece preocuparse por cumplirlas.     ¿Son mal hablados los sevillanos…? Depende de la interpretación de cada cual. Presencio la lucha de dos transportistas por aparcar sus vehículos en un mismo sitio que, por milagro, ha quedado vacío junto a la PLAZA DEL PAN. Cada uno grita con más fuerza, pero los dos guardan una distancia prudencial para que la situación no vaya más allá de intercambiar unos cuantos gritos e insultos menores. “¡Me estaciono aquí por mis cojones!”, grita el primero. “¡Tengo más cojones y más grandes que los tuyos, pringao… y no te vas a aparcar donde no te corresponde!”, le grita el otro. Y después de intercambiar más interjecciones que ya no recordaba, el primero finalmente cede… Acelera su vehículo por las curvas que llevan a la PLAZA DE SAN FRANCISCO, y no puedo menos que temer que su furia no le permita frenar a tiempo y atropelle a algún turista distraído  que deambule por las estrechas aceras de la calle HERNANDO COLON en busca de souvenirs.      Otros choferes logran controlar sus emociones y la desesperación que alcanzan al atascarse indefinidamente en el “casco viejo”, y comentan su frustración con quien esté dispuesto a  oírlos. Los taxistas son los más vehemntes y explícitos en sus críticas. “¡Esto es Sevilla! ¡Así estamos! ¡Esto es España!”, son las frases con las que inician una cantaleta que parece que se han aprendido de memoria porque la repiten de carretilla varias veces al día. “Tenemos como alcalde a un gilipollas que se le ocurrió cerrar todas las calles de acceso al centro, y no hay por donde transitar”. Se refieren, desde luego, al Alcalde ALFREDO SANCHEZ MONTESEIRIN (su fotografía aparece un poco más abajo)… una especie de tirano caprichoso que no le importa mucho lo que se comente de él ni las bromas que circulan a su costa. He leído mucho sobre este sujeto en los diarios que circulan en la ciudad, las cuales seguramente habrá escuchado. Pertenece al PARTIDO PSOE, parece ser un individuo arrogante que se vanagloria de que no tiene que darle cuentas a nadie por las decisiones erráticas que toma. Y sí, al tal Monteseirín muchos sevillanos lo consideran el responsable de los problemas de tráfico que han surgido en la ciudad: ha decidido que Sevilla debe ser una ciudad peatonal ––al menos su “centro histórico”–– y sin un estudio urbanístico debido, comenzó a peatonalizar plazas y calles, sin preocuparle que ese “centro” sevillano está integrado por infinidad de comercios, además de que es donde viven, también, cientos de familias y donde las personas de más edad necesitan del transporte público para trasladarse de un lugar a otro, ya que no pueden caminar los tramos que fácilmente son capaces de cubrir los más jóvenes. El “centro” tiene vida, proclaman quienes lo defienden de este ataque siniestro del Ayuntamiento, el cual ha provocado la quiebra de muchos establecimientos… pero el Alcalde Monteseirín no presta oídos a los gritos de auxilio, y la devastación prosigue. No hace mucho que este sujeto ––siempre atrapado en situaciones de corrupción y que se niega a explicar sus erráticos tejemanejes a quienes lo increpan públicamente–– fue electo Alcalde nuevamente, pero no por el voto popular, sino por extrañas componendas entre partidos que, aparentemente, lo eternizarán en la posición que ocupa desde hace ya tres mandatos. Está de moda en Sevilla “odiar al Alcalde Monteseirín”, y de ser rayos los comentarios y maldiciones que muchos le la nzan ––y los cuales escucho hasta en las terrazas al aire libre–– del infeliz no quedarían más que cenizas en algún nicho olvidado del CEMENTERIO DE SAN FERNANDO, que permanece sin Director desde hace varios meses, lo cual provoca un caos que va in crescendo.

Hay individuos que lo hacen todo mal… y ALFREDO SANCHEZ MONTESEIRIN parece pertenecer a esta especie zoológica que únicamente debería habitar en un zoológico junto a las demás fieras que al público le fascina ver… de lejos, por supuesto. Sólo hay que analizar algunas de las decisiones que toma, y tal vez debería ser encerrado en una jaula del zoo más cercano. ¡Hay quienes le llaman “MONTE-SERRIN"! Es cierto que las grandes urbes (y Sevilla ya podría ser clasificada de este modo) ceden sus calles a los peatones, especialmente en las zonas históricas o arqueológicas… siempre las más antiguas y las que cumplen con pocas de las regulaciones urbanísticas que hoy nos exigimos. El “casco viejo” de Sevilla cumple con estas características, desde luego. Es uno de los más antiguos de Europa. Pero también es cierto que cuando se peatonalizan determinadas áreas de una ciudad, es fundamental planificar el flujo de vehículos para que esas “zonas para peatones” no queden aisladas y quienes las habitan no queden varadas ––aisladas, por así decirlo–– sin medio de transporte alguno. Las áreas peatonalizadas ofrecen algunas ventajas, pero siempre que la planificación previa haya resultado efectiva. Por ejemplo, podemos ir de compras a nuestro aire, examinar sin prisas la mercancía exhibida en los escaparates, deternos si nos topamos con amigos y no preocuparnos de ser atropellados por algún motorista impaciente.

    Lamentablemente, esto no ha ocurrido con la peatonalización “monteseirinesca” impuesta a Sevilla.   Los coches continúan estacionándose en las zonas para peatones, a pesar de las prohibiciones que aparecen en las señales de tráfico. ¿Los MUNICIPALES? No, casi nunca los veo… ¿es que se esconden para evitar batallas que de antemano saben que van a perder con motoristas hartos de restricciones erráticas? Tal parecería que al Alcalde Monteseirín, sevillano de nacimiento, se olvidó de que uno de los deportes favoritos de algunos sevillanos es la llamada PICARESCA SEVILLANA; es decir, hacer lo que se le antoje “por sus cojones”… un concepto que probablemente tiene su origen en los primeros romanos que llegaron a esta región,  luego corregido y aumentado por los moros, e implementada con una astucia formidable por los actuales habitantes de esta ciudad fascinante en todos los sentidos. En mis visitas asiduas a Sevilla escucho justificaciones de todo tipo para que cada cual haga lo que le venga en gana… e impunemente. ¿Alguna de estas justificaciones para los motoristas estacionarse en sitios indebidos…? Estos son algunos de los que escucho:

* Jefe, es sólo por unos minutos… en lo que me tomo un cafelito y me fumo un cigarrillo”. Esta justificación es muy efctiva. Los “municipales” hasta se compadecen del sujeto, le dan una palmadita en el hombro, y siguen su camino. * “Estoy mal estacionado… pero mire cuántos más están aparcados en donde no deberían. No me vaya a multar a mí solamente, por favor”. También un comentario que logra que el “municipal” recapacite y prefiera hacerse de la vista gorda ante tal desobediencia cívica masiva y flagrante.

La creatividad de los practicantes de este deporte es formidable para esgrimir disculpas que detengan la posibilidad de recibir una multa: desde que “tengo un familiar enfermo y voy a recogerlo para llevarlo al médico” hasta que “se me ha presentado un problema en el motor y estoy intentando solucionarlo”. Los empleados de TUSSAM (la empresa de autobuses de Sevilla) son, probablemente, los que más afectados se ven por esta “picaresca sevillana”. Tampoco se atreven a reclamar sus derechos… “no vale la pena”, los he escuchado murmurar en más de una ocasión. Muchos se ven obligados a conducir sus ómnibus por calles sumamente estrechas, donde hay coches, motocicletas e inclusive bicicletas interrumpiendo el flujo del tráfico. Se limitan a golpear  con ira reprimida los controles que encuentren a su alrededor, a maldecir a quien se les ocurra, y finalmente no tienen otra alternativa que apearse de su vehículo para empujar el coche (casi siempre con la ayuda de algún pasajero benevolente que tiene prisa por llegar a su destino) o cargar la moto que interrumpe su camino para colocarla en un lugar aparte de manera que no constituya un obstáculo.  Y si al leer estas líneas se te ocurre pensar que exagero, le sugiero que hable con cualquier chofer de la LINEA C-5, que transita por algunas áreas del centro, quien seguramente podrá hacerle cientos de anécdotas surrealistas de las situaciones a las que deben enfrentarse todos los días.     Estos recursos lógicos de quienes se ven  obligados a conducir constantemente en situaciones de este tipo, provocan comentarios ácidos entre los pasajeros que observan la situación. Por lo general escucho críticas a “la juventud de hoy”, y flagelan con epítetos de todo tipo a “niñatos que no respetan las leyes, en vez de estar trabajando”, y culpan de su comportamiento a la droga y a la tolerancia oficial que existe para que permitir que se emborrachen a su antojo, casi siempre en BOTELLONAS masivas que la municipalidad aprueba, tal vez consciente de que “los niñatos se van a emborrachar de cualquier manera”. En esos momentos de frustración, la gran mayoría de las personas de más edad miran con nostalgia hacia el pasado y aseguran que “antes las cosas no eran así… Había orden y respeto… pero todo eso se ha perdido”… sin que sepan cómo y por qué.     El nombre de FRANCISCO FRANCO ha ido desapareciendo de todas las calles que así fueron bautizadas durante la dictadura. Muchos se refieren hoy a él como EL INNOMBRABLE. También los monumentos en su honor, e inclusive las tarjas que se emplazaron en las paredes de determinados edificios construidos  durante sus años de mano fuerte. Pero en esos momentos de desesperación ciudadana, es muy frecuente escuchar una frase con la que ––aparentemente–– infinidad de sevillanos están de acuerdo: “Si Franco viviera, esto no ocurriría. ¡Franco no lo habría permitido!” o “La democracia es magnífica, pero demasiado permisiva… y el PSOE es muy débil”. Algunos que escuchan estos comentarios vuelven la cara para aparentar que no han escuchado la sentencia a favor del Caudillo o la crítica a la democracia y al PSOE que gobierna hoy… pero sé que en el fondo están de acuerdo con esas palabras que escuchan. ¿Tienen razón?

    Con frecuencia soy pasajero de la LINEA 32, y acabo de tomar el ómnibus a un costado de la PLAZA DE LA ENCARNACION para llegar a NERVION... frente al esperpento que ALFREDO SANCHEZ MONTESEIRIN está creando ––lentamente, muy lentamente… ¿podré verlo terminado antes de morir?, me pregunto––  frente a la emblemática plaza sevillana, sin importarle que las torres de hormigón que está levantando han destruido restos arqueológicos encontrados en las excavaciones hechas para los cimientos de esta portentosa estrucura que nadie sabe para qué servirá ni quiénes llegarán a ocuparla. ¿Han habido protestas ciudadanas por este expolio de las riquezas arqueológicas de Sevilla? Muchas, obviamente… pero sólo por algunos días. Después aparecen publicados en la prensa los informes de algún organismo municipal o experto encargado de preservar las riquezas arqueológicas de la región, y algún entrevistado confirma que se están observando “medidas oportunas” para que los hallazgos arqueológicos sean conservados y exhibidos al público… y el tema queda olvidado. Algo similar ocurrió cuando el Alcalde Monteseirín peatonalizó la AVENIDA CONSTITUCION, desde la PLAZA NUEVA hasta la PUERTA DE JEREZ. Al levantar el asfalto antiguo vertido sobre los adoquines que existían antaño,  frente a la Catedral, se encontraron tumbas y otros hallazgos que  habrían podido ser de interés para los interesados en la Arqueología y, definitivamente, para los visitantes a la ciudad que les fascina identificarse con la época de EL ANDALUS que dominó la región de Andalucía en su totalidad. Pero Monteseirín, y su cuadrilla de colaboradores ineficientes, sellaron la calle con nuevos “materiales duraderos” (así consta en la descripción publicada en la prensa del momento), implantaron las vías para un TRANVIA que hoy transita por esa avenida peatonal, con peligro para los peatones descuidados que pueden ser atropellados… y la Arqueología quedó a un lado, lo mismo que la infinidad de NARANJOS que el Alcalde se “cargó” al talarlos por no sabemos cuál motivo, los cuales proporcionaban una agradable sombra a quienes transitaran por esa vía, sobre todo en los días más asfixiantes del verano sevillano. Hubo protestas. Los ambientalistas suplicaron que cesara la tala de árboles de los ambientalistas. Y hasta la BARONESA TITA CERVERA concibió la posibilidad de encadenarse a un naranjo sevillano para salvarlo de las sierras que le quitarían la vida… pero ALFREDO SANCHEZ MONTESEIRIN se salió con la suya, ¡y fueron "ejecutados"!     Aún me quedan comentarios que hacer sobre las supuestas CALLES PEATONALES DE SEVILLA. Con la peatonalización de Monteseirín ha surgido un nuevo y peligroso depredador de las calles y plazas de Sevilla: los llamados “moteros” en el argot sevillano, que no son más que motociclistas por lo general agresivos con los peatones que se atreven a deambular por las “zonas peatonalizadas”, a los cuales les roban el derecho a caminar  tranquilamente por las calles que Monteseirín les ha concedido prioritariamente. Estos “moteros” circulan a toda velocidad, aceleran sus motores para que el ruido espante a quienes les corresponde ir por donde van, y finalmente avanzan a su antojo, sin importarles que puedan atropellar a algún peatón u ocasionen  otros accidentes.  La POLICIA MUNICIPAL debería sancionar a estos “moteros”, pero ––de nuevo–– los “municipales” no se ven por ninguna parte. Los he buscado con gran interés al ver el abuso que muchos “moteros” cometen con los peatones, y los he descubierto semi escondidos en bares, tomando sus cafelitos y  probablemente comentando los resultados del partido del SEVILLA de la noche anterior.     Si algo debo admirar, sin embargo, es la habilidad de alguno de estos “moteros” para torear a los peatones. ¡Hacen cada pase que serían la envidia de FRAN RIVERA ORDOÑEZ si pudiera verlos e imitar su arte! Cualquier calle peatonal de Sevilla ––ya sea SIERPES, SAGASTA o TETUAN, por sólo citar algunas–– se transforma al antojo de algún “motero” en un ruedo taurino, donde los banderilleros son los CICLISTAS (el Alcalde Monteseirín los adora… al punto de que ha creado los famosos CARRILES BICI en toda la ciudad para facilitarles la vida) a quienes les complace alardear de sus habilidades y guían sus “bicis” hasta sin manos para mostrar su destreza a los sorprendidos peatones. ¡Gracias, ALFREDO SANCHEZ MONTESEIRIN por estos espectáculos callejeros de gran audacia que bien podrían integrarse al CIRQUE D’SOLEIL la próxima vez que se presente en Sevilla!     ¿Más sobre las MOTOCICLETAS, las BICICLETAS y el CARRIL BICI? Sí, al llegar a este punto no puedo menos que lanzarle al Alcalde Monteseirín una pregunta que se mantiene latente en todos los sevillanos: ¿Por qué usted, Señor Monteseirín, no acude al AYUNTAMIENTO en una bici, por el carril bici, o caminando y siendo toreado por hábiles “moteros”? Sería  una experiencia maravillosa para usted, Señor Alcalde… y un ejemplo cívico para los sevillanos que están empecinados en contribuir a los colapsos del tráfico que con más frecuencia de la debida se producen en una ciudad como Sevilla. Y ––considere usted–– si se viera involucrado en algún accidente por no tener la debida destreza con su bici, recuerde que hay magníficos hospitales en Sevilla y médicos excelentes: el VIRGEN DEL ROCIO y el MACARENA vienen a mi mente. Además, usted  se halla en la categoría de “ser privilegiado” por el cargo que ocupa: no tendría que esperar horas sentado en un banquillo de la sala de urgencias de cualquier hospital. Apenas reconozcan su careto y sus barbas  ralas y canosas, tendrá a su disposición al mejor traumatólogo del centro hospitalario que haya elegido. No lo dude, Señor Alcalde: usted es un ser privilegiado. Usted, con la anuencia de muchos sevillanos, ha logrado convertir a Sevilla en su cortijo propio, pero… ¿hasta cuándo lo acompañará la suerte de ser apoyado por el SEÑOR MANUEL CHAVES, PRESIDENTE DE LA JUNTA DE ANDALUCIA? Recuerde el viejo refrán español: “Lo que sube, baja”… y muchos verán con agrado su descenso, porque los excesos de poder que ha cometido son muchos, incluyendo el más reciente: LOS SEIS MIL EUROS QUE HA PAGADO A SU PRIMO HERMANO (FELIX ALFREDO SANCHEZ TAVIRA) POR “CONSTRUIR” UN SITIO EN EL INTERNET QUE NO TIENE PIES NI CABEZA. ¡Por cierto, la sevillana que circula por toda Sevilla refiriéndose al caso, es formidable!!! ¡Me gusta!

    Ya son las tres de la tarde y Sevilla comienza a dormir su siesta tradicional. Decido tomar el TRANVIA (el ya famoso METRO-CENTRO) que circula por la AVENIDA CONSTITUCION, y acude a mi mente un artículo que leí recientemente en EL ABC, en el que se informa que el recorrido de sólo 1.5 kilómetros que hace el “tranvía” sevillano hasta el PRADO DE SAN SEBASTIAN ha costado muchos millones de euros. ¡Por Dios! El ALCALDE ALFREDO SANCHEZ MONTESEIRIN prefiere que no le hablen de este tema; lo evade como un ciervo amenazado por un cazador hábil! Pero la realidad está ahí… patente… y el largo tranvía circula regularmente mostrando anuncios comerciales bien pagados y  provocando el mismo ruido y las mismas vibraciones que quisieron evitar quienes planificaron este “vehículo masivo de circulación” para proteger la fachada de la Catedral.     ¡El tranvía sólo ha ocasionado problemas y generado protestas ciudadanas! Las CATENARIAS han causado conflictos en la SEMANA SANTA sevillana pasada, y han debido ser levantadas para permitir el paso de las procesiones… ¡¡¡Y qué decir de las farolas de la Avenida Constitución!!! Sin duda, Monteseirín es un “modernista”, pero no como lo fueron en su tiempo los modernistas catalanes que diseñaron una Barcelona maravillosa, sino… cómo lo llamo… sí: “un modernista de IKEA”. Las FAROLAS FERNANDINAS, tan propias de Sevilla, fueron reemplazadas a capricho por unas farolas esperpénticas en forma de “duchas” baratas que causaron el espanto y la protesta airada de miles y miles de sevillanos. Finalmente algunas fueron reemplazadas por las Fernandinas de siempre… pero no todas. La PLAZA DEL PAN, por ejemplo,  continúa pareciendo un baño gigantesco con las farolas en forma de ducha que ––escuché decir a un alemán que las fotografiaba, confundido–– “se parecen mucho a las duchas nazis en los campos de concentración”… refiriéndose al Holocausto causado en los años cuarenta por Adolfo Hitler.     El tiempo continúa transcurriendo. Son las cinco de la tarde y los comercios de Sevilla vuelven a cobrar vida. La magia temporal de la hora de la siesta sevillana ha desaparecido. Emerge nuevamente el caos. Ahora es cuestión de sobrevivir. Ya la magia del mediodía ha desaparecido, totalmente. He comido algunas tapas en la PLAZA DE LA ALFALFA, también peatonalizada por Monteseirín, y con un “área infantil”  mal ubicada ––en el extremo de la plazoleta–– pues si algún automovilista pierde la dirección de su vehículo o le fallan los frenos al aproximarse a la Alfalfa por la CALLE AGUILA, se produciría un terrible atropello de niños que juegan con inocencia, delante de padres que no se han percatado aún del peligro que corren sus hijos.     Se me hace  tarde para regresar a mi hotel. Quisiera comprar el periódico, pero tendría que caminar tres calles peatonales… y no quiero exponerme al peligro de ser atropellado por algún “motero” que regresa tarde a su trabajo. Ya me enteraré de los acontecimientos en el "Telediario", pero sigo echando de menos el programa AQUI HAY TOMATE que me permitía enterarme de todos los chismes de los famosos, y tal vez confirmar de una vez por todas si ISABEL PANTOJA aún ama a JULIAN MUÑOZ (un alcalde que cayó… aplíquese la situación, Señor Monteseirín), y cómo le va a MAITE ZALDIVAR con su nuevo amante. Nadie me puede explicar por qué el muy visto y controvertido TOMATE fue reemplazado de un día para otro por el también ya difunto LAS GAFAS DE ANGELINO… aunque supongo que motivos válidos habrán.     Camino lentamente en dirección a mi hotel, pero me doy cuenta de que aún es muy temprano para retirarme. Observo a los turistas que deambulan por el centro peatonalizado con mapas en la mano, y medito sobre el impacto que una ciudad que tiene tantas calles levantadas por arreglos causará en la afluencia futura de visitantes a Sevilla. ¡El tema de las “calles levantadas” es difícil de entender! He visto cómo el AYUNTAMIENTO sevillano levanta una misma calle tres y cuatro veces en un corto período de tiempo, sin ––al parecer–– preocuparle el costo enorme que esto implica. Y no puedo menos que preguntarme: ¿no habría sido lógico haber hecho todos los arreglos necesarios de una sola vez? ¿No habría sido más económico haber planificado debidamente esta “reparación” de calles… y causar menos inconvenientes a los vecinos que deben transitar por ellas?     Mi curiosidad me lleva a preguntar por los motivos, y me aproximo a un capataz que me resulta simpático a primera vista. Mi pregunta lo hace lanzar una carcajada… La esperaba, desde luego. Y, con amabilidad extrema, me informa que la vez anterior en que la calle había sido reparada, se les había olvidado instalar una pieza que controlaba el flujo de no sé qué… A partir de ese momento, continuó hablando con una ambigüedad increíble que me recordaba al mexicano Cantinflas. Preferí no indagar más porque me daba cuenta de que lo había puesto en aprietos delante de sus compañeros al no poder decir lo que deseaba. ¿Podría llegar a oídos de Monteseirín el hecho de que este hombre no estuviera  de acuerdo con el sistema aparentemente habitual del Ayuntamiento de reparar las mismas calles una y otra vez? ¿Le costaría su puesto… y tendría que ingresar al paro?     Cae la noche y me integro a uno a los turistas que prefieren cenar en las terrazas frente al costado de la Catedral. Es un área eminentemente turística, pero... ¿no estoy yo también de visita en mi querida Sevilla? Los precios por sus menús combinados son más o menos normales, y si se les exige un buen vino a los camareros con cierta autoridad, éstos son capaces de servirlo   y no cobrar un sobreprecio. Lo tengo comprobado. Miro la GIRALDA iluminada, y la admiro una vez más. ¡Es grandiosa, imponente! Símbolo de una Sevilla imperecedera que ha visto pasar a muchos caudillos por delante de ella… y verá muchos más en años venideros. Después de pagar mi consumo, hago un recuento de mis experiencias del día y me doy cuenta de que comenzó muy temprano y que mi recorrido para explorar los recovecos de esta ciudad maravillosa que no todos los visitantes conocen ha sido largo. Con mi cámara digital he captado fotografías que quiero incorporar a este artículo para HORMIGAS BRAVAS. ¡Ver para creer, y estas fotos son elocuentes! Bicis a punto de atropellar a los peatones... Motos que circulan por calles peatonales... Un tranvía que ––Dios nos ampare–– cualquier día atropella a un turista distraído. Lo dicho: ¡las autoridades están maltratando a mi querida Sevilla, y siento que hay que defenderla!

Me despido de la amble camarera que me ha servido en LAS ESCOBAS e inicio una corta caminata por PLACENTINES y la CALLE FRANCOS hacia mi hotel. Es hora de dormir, y ni siquiera tengo energía para ver los fabulosos documentales del CANAL 2 (que son los que más me interesan) o las viejas películas españolas que pasan en el SOMOS. Mañana despertaré temprano, una vez más… No puedo sustraerme a ese embrujo de las mañanas sevillanas. Y ojalá despierte en la Sevilla eterna que adoro desde que la visité por vez primera… A. de A.S.M. (Antes de Alfredo Sánchez Monteseirín, se entiende). ¡Seremos todos más felices en  una ciudad que su Alcalde actual ha querido transformar rápidamente en “un sueño” (como él y su propaganda proclaman) sin importarle las consecuencias de su errática impaciencia por "renovarla"! Ah… se me olvida mencionar las excavaciones del METRO, los años que lleva en construcción, los problemas que ha causado en LOS REMEDIOS y las indemnizaciones con las que el Ayuntamiento sevillano debe compensar los trastornos que la construcción de este método de  transporte subterráneo ha ocasionado a los residentes de la calle  REPUBLICA ARGENTINA. Pero ya es demasiado tarde y el sueño me está venciendo… pospongo estos comentarios para un artículo próximo. ¡Buenas noches,  querida Sev