P. F.

SEVILLA. El hecho de que Sevilla pueda perder la colección de Cerámica trianera donada por Vicente Carranza, ha provocado la indignación de muchos sevillanos, que esperan que todavía se pueda recuperar este patrimonio.

ABC se ha hecho eco de la opinión de varios expertos relacionados con el patrimonio cultural. Ana Ávila, ex-presidenta de la asociación Ben Baso y máster en Gestión Cultural, dice mostrar su sorpresa porque «en el año 2004, estando yo en un máster de la Universidad de Sevilla, supe de primera mano que una persona se desplazó a Madrid para ultimar todo el protocolo de la venida a Sevilla de la Colección Carranza, después que Patrimonio Nacional cediera el uso de cincos salas del Alcázar para el museo de cerámica. No entiendo por qué ahora esa colección no se queda en Sevilla, cuando se estaba ultimando un trabajo cuya iniciativa empezó hace doce años. Pienso que la persona responsable de ello, que es el señor Rodríguez Galindo, deberá explicar a la opinión pública por qué esta colección pueda marcharse de Sevilla».

El profesor Enrique Valdivieso, catedrático de Historia del Arte de la Hispalense, asegura que la Colección Carranza «es un conjunto de cerámica trianera singular, único e irrepetible» y que ya que estas piezas, guardadas y catalogadas, se han generado en Sevilla, «qué menos que esta ciudad tenga un Museo de este tipo, que no es costoso de mantener». Valdivieso se mostró muy a favor de apoyar esta idea y recordó que aquí tenemos a una gran especialista en cerámica, que es el profesor Alfonso Pleguezuelo. Valdivieso precisó que «Sevilla es rica en pintura, escultura y cerámica, y lo mismo que Lisboa tiene un museo de cerámica sorprendente, Sevilla debe de tener el de Carranza, que perpetúe la memoria de este generoso donante».

Por su parte, Joaquín Egea, profesor y presidente de ADEPA, hace constar lo siguiente: «Hace unos meses visité como presidente de ADEPA a Antonio Rodríguez Galindo para hablar, entre otros temas, de la donación de la Colección Carranza. Desde el primer momento mostró una negativa tajante a que el sitio adecuado del museo fuera el Alcázar, planteando que había sitios más adecuados como el convento de San Clemente o el futuro museo de la cerámica de Santa Ana, en la calle San Jorge. Cuando le recordé que existía un acuerdo municipal anterior, dijo que nada de eso constaba por escrito ni tenía constancia de ello. Para nosotros lo fundamental no es el hecho de la importancia de la donación, sino cómo se incumple absolutamente una promesa del alcalde con unos costos aparejados a ello, y deja al Ayuntamiento en el lugar que se encuentra, más de una vez, desgraciadamente. El señor Rodríguez Galindo está dejando en entredicho la palabra, nada menos que la del alcalde de Sevilla y la del director de ABC de Sevilla que medió para que este compromiso fuera posible y Patrimonio Nacional cediera el uso de cinco salas del Alcázar como sedes de esta donación».

Jesús Vozmediano, abogado y vicepresidente de ADEPA, señala que «frente al empobrecimiento cultural que ha caído sobre Sevilla, la oportunidad histórica de recuperar parte de su patrimonio artístico en forma de la colección de cerámica del señor Carranza, es una oportunidad que no se debe perder bajo ningún concepto. Para ADEPA resulta ininteligible la nueva política que está siguiendo el alcaide del Alcázar en esta nueva etapa. En septiembre, ADEPA tomará cartas en el asunto mediante investigaciones e iniciativas varias».

Jacinto Martínez, presidente de la Asociación de los Amigos de los Jardines de la Oliva, echa en falta más sensibilidad hacia el patrimonio sevillano por parte de los que tienen la responsabilidad de gobernar. «La Colección Carranza -dice- es un patrimonio que su propietario ha donado al pueblo de Sevilla y el lugar idóneo es el Alcázar de Sevilla. Este museo supone un complemento cultural interesantísimo en la visita al palacio». Jacinto Martínez, en nombre de la asociación que representa, pide «encarecidamente a los responsables políticos que hagan todo lo posible para que esta colección venga a Sevilla, tal como se ha acordado. Todavía estamos a tiempo de conseguir este maravilloso legado histórico para que puedan contemplarlo las generaciones venideras».