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UN BARRIO IRREPETIBLE Imprimir

CORREO DE ANDALUCÍA / 21/2/2017

MANUEL J. FERNÁNDEZ

A muchos les sonará más la asociación que la barriada. Otros la suelen confundir con Hermandades del Trabajo o con alguna entidad sindical. Pero Retiro Obrero es un barrio inusual de Sevilla, desde un punto de vista urbanístico y también antropológico. Como hiciera Alfredo Sánchez Monteseirín llevando al Moma el proyecto de las Setas, la barriada –aún sin terminar– fue visitada en la Exposición Iberoamericana del 29 como ejemplo urbanístico del momento. Su historia la cuenta ahora un vecino, el incombustible Basilio Moreno, en un libro de 140 páginas que ha escrito en sus retiros veraniegos en la localidad burgalesa de Villalaín. La publicación acaba de ver la luz gracias a la participación del distrito municipal Macarena y busca ser el primer paso para solicitar a la Junta de Andalucía la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) para este vecindario irrepetible.

Basilio Moreno (Sevilla, 1961) siempre tuvo curiosidad por esta barriada. Incluso antes de que adquiera una casa, cuando recorría la avenida de Miraflores camino de Pino Montano para impartir clases de informática. «Me di cuenta de que los propios vecinos desconocían la historia del Retiro Obrero, que había muchas lagunas y que se había pasado de puntillas en sus 80 años de vida». Fue así como empezó a involucrarse: primero, creando la Asociación Histórica Retiro Obrero (AHRO), y hace ocho años embarcándose en el proyecto de poner negro sobre blanco el pasado de unas viviendas que empezaron a construirse en la dictadura de Primo de Rivera y que concluyeron en la II República, en el año 1934 con la rotulación de las calles.

El punto de partida fue la tesis doctoral que sobre Retiro Obrero realizó el geógrafo y profesor asociado de la Universidad Pablo de Olavide, Raúl Puente Asuero. Ahí dio con la fórmula que propició este «urbanismo ideal» en Sevilla. «Coincidieron Antonio Ollero y Sierra, coordinador de la institución de Retiro Obrero en Sevilla; Amante Laffón, del Real Patronato de Casas Baratas; y el arquitecto José Gómez Millán, quien tenía experiencia en construcciones sociales, como el hospital de la Cruz Roja». Su conjunción propició que se levantara este barrio pionero en el plano urbanístico, con «calidades excelentes, de calles no menos de ocho metros de ancho»; y también en lo público, «con espacios comunes, como economato, escuela, iglesia, casa de baños y piscinas, un dispensario...»

Unas dotaciones de barrio que «no eran habituales entonces», y que sus promotores realizaron incluso antes de comenzar con las viviendas unifamiliares y otras colectivas. Es lo que Moreno ha calificado de «urbanismo adecuado» a los trabajadores de Retiro Obrero. A lo que añade la siguiente reflexión: «Lo que se hizo en aquellos años 30, no se hace ni hoy con las VPO. Hay algunos referente similares, en el Barrio de los Ingleses de Huelva, algunos intentos en Madrid, Bilbao o Barcelona y, aquí en Sevilla, en la avenida de Ramón y Cajal, en dirección del antiguo Matadero, donde hay viviendas parecidas hechas por entidades públicas y el Real Patronato de la Vivienda con iniciativa privada».

La configuración de Retiro Obrero alentó «un clima de convivencia plena» y «de piña entre sus vecinos», que, por entonces, «no tenían necesidad de dejar del perímetro del barrio». Igualmente la rotulación de las calles incidía en «este homenaje a la institución de Retiro Obrero» al dedicarse a personas que habían tenido que ver con los derechos sociales de los trabajadores. «General Marvá, que no tiene que ver nada con el franquismo. De hecho, murió antes de la Guerra Civil. Fue el primer inspector de trabajo para defender el derecho de los trabajadores. O también Gumersindo Azcárate, la calle número dos, que fue un jurista krausista», aclara Moreno.

Pero treinta años después, en 1965, los espacios comunes terminan cerrando al caer su gestión en «un vacío legal». Fue un cura, «don Manuel Camacho», quien a su llegada al barrio rescata algunos espacios, como la antigua escuela, «siempre bajo su función pastoral». No tuvieron tanta suerte la casa de baños, que en 2003 fue víctima de la piqueta ante el temor de ocupaciones ilegales. Para estos solares AHRO propone un uso: «Que sea un centro de mayores con talleres y comedor». De momento, tiene el compromiso del Ayuntamiento de elevar esta petición a la Junta de Andalucía. Y es que Retiro Obrero es un barrio octogenario que conserva más del 80% de sus construcciones y «el paisaje regionalista de los años 30 que se vislumbra nada más entrar por la calle Previsión». Ahora con la historia en la mano, los vecinos sueñan con una catalogación.