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2016

LA FUNDACION ATARAZANAS, FINANCIADA CON DINERO PÚBLICO, SE QUEDA SIN PATRONATO Imprimir

EL MUNDO / 7/3/2016

CARLOS MÁRMOL

La Fundación Atarazanas, entidad que reivindica la creación de un museo en el edificio de los antiguos astilleros de Sevilla, es una cáscara jurídica sin contenido. Ocho de los miembros de su patronato decidieron dimitir en bloque el pasado mes de febrero tras una fuerte discusión sobre la gestión financiera de la entidad, que, aunque legalmente tiene naturaleza privada, lleva casi diez años recibiendo subvenciones de las administraciones públicas para financiar diferentes programas y costear su actividad.

Según fuentes de la entidad, el control ejecutivo está ahora en manos de sólo dos personas: José Manuel Núñez de la Fuente y Rafael Crespo Torrado, que se vienen turnando en la presidencia desde que el ex alcalde de Sevilla, el socialista Manuel del Valle, dimitiera de este puesto en agosto de 2011.

Del Valle, que entró en la entidad en enero de 2011, duró sólo siete meses en el cargo. Su salida se justificó por su fracaso a la hora de influir en la Junta de Andalucía, que optó por entregar el edificio de las Atarazanas a la Caixa obviando las peticiones de la fundación. Junto a Del Valle dejaron la entidad otros tres patronos: Adolfo González, exdiputado del PP, Pablo Emilio Pérez Mallaína, profesor de la Universidad de Sevilla, y José Antonio Vázquez, ex directivo del Grupo Solaris.

Previamente, en marzo de 2011, había dimitido el arqueólogo Fernando Amores. La Fundación perdía así a todos los patronos vinculados a la Universidad, cuyo consejo de gobierno había aprobado participar en esta entidad civil en julio de 2008.

El motivo de la actual disputa, en principio, es económico. La gestión personalista de Núñez de la Fuente, que controla directamente los acuerdos de patrocinio firmados con entidades públicas y privadas, ha sido la causa de las constantes dimisiones de patronos, que han reducido al mínimo el prestigio de la entidad. Una de las primeras empresas que apoyaron a la fundación -Iturri- decidió abandonarla al mantener discrepancias con su dirección, ejercida por Núñez de la Fuente, sobre el importe de las facturas que emitía. El asunto no es baladí, puesto que la Fundación Atarazanas viene recibiendo desde su nacimiento apoyo financiero de las administraciones. Su capital fundacional, desembolsado por los patronos originales, se terminó pronto. Según fuentes internas, se usó en pagarle un sueldo de 2.400 euros mensuales a Núñez de la Fuente, que se ha encargado, junto a un secretario, de dirigir el día a día de la entidad con independencia de quien ocupaba la presidencia.

Dada la falta de capital social, los patronos recurrieron a las administraciones para obtener ingresos en metálico o en especie. Su primera sede fue la Sala San Hermenegildo, un edificio municipal. Después estuvieron bajo el cobijo de la Cámara de Comercio, que se incorporó a la entidad y le cedió un espacio en el edificio Galia Puerto.

En 2008, tras negociar con el hombre de confianza de Monteseirín, Manuel Jesús Marchena, lograron que el Consistorio les cediese una parte -166 metros cuadrados- del Pabellón de Colombia en la Palmera, un edificio de la Exposición del 29 cuyo uso todavía disfrutan merced a una cesión demanial. Monteseirín decidió que el Ayuntamiento entrase como patrono institucional en 2009. La cercanía al poder político explica la anómala financiación pública de esta fundación privada. Aunque la entidad declara ejercer una misión cultural, la primera idea de sus patronos era fomentar la actividad empresarial, razón por la cual recabaron el apoyo de la antigua cúpula de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA).

La actividad de la fundación ha ido cayendo en picado desde 2011. Actualmente no cuenta ni con web -el antiguo dominio es propiedad de una empresa oriental- y su actividad, decreciente, se limita a una página en Facebook en la que los actuales directivos publican contenidos que nada tienen que ver con sus fines fundacionales, incluidos posicionamientos políticos personales. La situación interna ha empeorado desde que Núñez de la Fuente colocó al frente de la entidad a Rafael Crespo Torrado, cuya actividad profesional es la organización de espectáculos y la militancia política. Crespo Torrado fue candidato a la Alcaldía de Sevilla por Los Verdes, pero no sacó los votos suficientes para ser edil. Posteriormente se acercó al PSOE, logrando ir de suplente en la lista de las elecciones locales de 2011. Más tarde intentó otro acercamiento, sin éxito, a Podemos.

Según la legislación, las fundaciones deben llevar una contabilidad oficial, pero si sus ingresos no superan los 2,4 millones de euros no están obligadas a hacer auditorías externas. Basta con enviar sus estados financieros al Protectorado de Fundaciones, lo que da a su gestores un amplio margen de maniobra.

El motivo es su condición de asociaciones sin ánimo de lucro. Esta figura jurídica no les impide realizar actividades económicas pero prohíbe repartir beneficios entre los accionistas. A esta fórmula se acogió la Fundación Atarazanas en diciembre de 2007, cuando fue admitida en el Registro de Fundaciones de Andalucía. La entidad se creó ante notario en junio de 2007 con un capital de 30.000 euros.

Fuentes internas aseguran que el capital fundacional verdaderamente aportado sumaba 70.000 euros. Entre sus fundadores figuraban empresarios como José Martínez García Velasco, el abogado Manuel Ruiz Berdejo e investigadores como Pablo Emilio Pérez Mallaína. Núñez de la Fuente, que hasta entonces había trabajado como productor audiovisual en Sevilla TV, se inscribió como patrón fundacional pese a que su cargo sólo era el de director de la Fundación.