Jue

26

Feb

2009

La crisis ha dado el rejón de muerte a la Torre Pelli Imprimir
Fernando Mendoza, arquitecto sevillano condecorado con el Premio Nacional de Restauración y Conservación de Bienes Culturales, ofreció anoche una conferencia en el Ateneo titulada «Evolución y actualidad» con motivo del ciclo que organiza el Colegio de Arquitectos para debatir sobre la conveniencia de la Torre Pelli, «Construcción en altura en ciudades históricas».
Durante su disertación, Mendoza hizo un respaso por la evolución de rascacielos y torres, «desde la de Babel hasta nuestros días», que acompañó de un análisis «de por qué surge el rascacielos y cuáles son sus ventajas e inconvenientes en el mundo actual». Según el arquitecto, «las torres siempre han tenido un carácter muy claro, ya sea para las agrupaciones familiares en altura, ya sea para torres conmemorativas como las pirámides de Egipto. Siempre han tenido objetivos claros y definidos». Partiendo de esta base, Mendoza recorrió la historia de los rascacielos a partir del Home Insurance Building que levantó en Chicago William Le Baron Jenney a finales del siglo XIX. «La utilización de acero y del ascensor, que era un objeto de feria inventado por Otis, fue una revolución, A partir de ahí el rascacielos pasa a Nueva York, donde el Empire State Building fue el más alto durante mucho tiempo».
La llegada a España con la torre Telefónica de Madrid y el «boom» de Benidorm centró el nudo de la conferencia, que antes de abordar el caso concreto de la Torre Pelli se detuvo en describir cómo se construye este tipo de edificos en la actualidad: «Los primeros rascacielos eran muy urbanos, cada vez son más abstractos, ahora los rascacielos son más esculturas que edificios».
Y tal vez éste sea uno de los motivos de su rechazo a la Torre Pelli, que «está fuera de escala porque es el doble de la Giralda. Incluso supera el doble de la altura de la cornisa del Aljarafe, por lo que ni siquiera se integra con el entorno geográfico e intenta imponer un icono en una ciudad que tiene uno inmejorable». Sin embargo, para Mendoza el principal problema de este rascacielos de Cajasol es el económico: «El precio está entre seis y diez mil euros el metro cuadrado y cuesta mucho mantenerlo. Eso se podría resolver fragmentando la torre en cuatro o seis edificios más pequeños que estuvieran bien conectados. Además, está colocado en un nudo de tráfico muy complicado y la crisis económica le ha dado el rejón de muerte. Yo no sé qué empresas hay en Sevilla que puedan pagar esa fortuna por una oficina ahí»