promo

Síguenos en Twiter

Banner
Banner

Mar

22

Oct

2019

Retrato de Hernando Colón Retrato de Hernando Colón - ABC BIOGRAFÍA Hernando Colón, el humanista que anticipó el Big Data en el Renacimiento PDF Imprimir E-mail

ABC SEVILLA-JESÚS MORILLO-14.10.2019

Leyendo la documentada biografía que sobre Hernando Colón, el hijo menor del descubridor de América, ha escrito el historiador del libro británico Edward Wilson-Lee la primera pregunta que asalta al lector es cómo a nadie se le había ocurrido antes contar la vida de una de las figuras más singulares del Renacimiento.

Porque «Memorial de los libros naufragados» (Ariel) presenta a un personaje poliédrico, que parece haber salido de la pluma, como señala el autor, de Umberto Eco o Jorge Luis Borges y, como añade en tono de broma, fue como Forrest Gump, pues conoció a Carlos I, Erasmo de Rotterdam, Tomas Moro, Enrique VIII y, por supuesto, a Cristóbal Colón, a quien acompañó en su cuarto viaje a América y sobre el que escribió «Historia del Almirante». «La mayoría de lo que sabemos de la vida de Colón proviene de esta biografía», explica Wilson-Lee.

Hernando Colón, además de cruzar océanos y plantear a Carlos I antes que Magallanes dar la vuelva al mundo, realizó mapas para la Casa de la Contratación de Sevilla, trató de cartografiar españa, recopiló estampas —suya fue la mayor colección de la Europa de su tiempo con más de 3.000—, construyó el primer jardín botánico de Europa...

«Tuvo una de las vidas más fascinantes en una época llena de personalidades deslumbrantes», escribe este autor, que «además demostró sus conocimientos de este mundo cambiante de una manera asombrosamente premonitoria».

Este carácter de visionario al que se refiere Wilson-Lee está relacionado con la que fue la mayor ambición de Hernando Colón: crear una biblioteca universal, que creó en su casa de la sevillana calle Goles. La nutrió durante toda su vida hasta alcanzar los 15.000 volúmenes, convirtiéndose en la mayor biblioteca privada de una Europa en la que estas no solían tener más de 400 ó 600 volúmenes.

Pero no sólo la distinguía la cantidad sino sus contenidos. Porque frente a las grandes repositorios de su época, compuestos de valiosos manuscritos de teología, filosofía y derecho, la mayoría de su biblioteca estaba formada por libros de imprenta, folletos de una página, grabados, música impresa... documentos que la mayoría de sus contemporáneos despreciaban y que respondían al deseo de este humanista de abarcar todo el conocimiento de su época.

Pero lo que imprime a Hernando Colón ese carácter de visionario no solo es esa ambición universal, sino que esa información fuera fácilmente accesible, para lo que creó diversos motores de búsqueda entre los libros que le permitieran acceder a todo este conocimiento, mediante palabras clave y breves resúmenes que son una premonición de la web, buscadores bases de datos y el Big Data.

Para ello creó herramientas como el «Libro de epítomes», que reducía cada volumen a sus componente esenciales en siete u ocho renglones de modo que se podían reagrupar por temas. Esos resúmenes los realizaban personas contratadas para ello, lo que se podría relacionar con la Wikipedia.

«Tenía un equipo de lectores con el trabajo de hacer sumarios pequeños de los libros. Hernando pensaba en estos equipos como si fueran una tripulación marítima, una organización de hombres para luchar contra obstáculos, en este caso, no el océano, sino la información. Se planteaba como un Wikiepedia de la época, los repertorios finales de la biblioteca o el "Libro de epítomes" iban a destilar toda la información del mundo en un libro de los libros que lo iba a contener todo y que permitía controlar un océano de información que de otra forma podría desaparecer».

Al servicio del imperio
El hijo de Colón tenía planes para que todo este conocimiento pudiera compartirse públicamente, aunque su muerte truncó ese deseo, pero su principal uso, señala este historiador, fue «dar una máquina de poder al imperio español».

Buen ejemplo ello, es el que le da Hernando Colón a sus libros en la Junta de Badajoz, que debía establecer su las Molucas estaban del lado de España o el de Portugal en el Tratado de Tordesillas. «Él utiliza su biblioteca como arma contra los portugueses», indica Wilson-Lee, logrando demostrar que un miembro de la delegación portuguesa afirmaba en un escrito que las Molucas estaban en la mitad española.

Todo este caudal de información se perdió en su mayor parte a su muerte. Primero, sus herederos no le dieron importancia. Tras diversos pleitos, se trasladó a la Catedral de Sevilla, donde permanece hasta hoy. Durante siglos nadie la utilizó y los libros quedaron en estado de abandono, perdiéndose documentos por inundaciones y por hurtos. De los 15.000 volúmenes, se conservan 4.000 en la Biblioteca Colombina, en la que lleva ocho años trabajando este historiador.

Entre lo que se ha perdido para siempre está la colección de estampas, que Mark McDonald reconstruyó para el Metropolitan de Nueva York, recuerda el historiador, gracias al repositorio de imágenes que creó este humanista. Pero se han perdido para siempre los cuadernos de bitácora de Colón.

En otras instituciones, como la Hispanic Society y el Vaticano están las cartas de Cristóbal Colón, mientras que el «Libro de epítomes» lo hallaron hace nueve meses en Copenhague Wilson-Lee y el profesor de la Universidad de Granada José María Álvarez Fernández. Ambos publicarán en la Yale University Press un detallado estudio académico sobre los contenidos originales de la Biblioteca Colombina.

En ella pueden encontrarse todavía, los repertorios que creó Hernando Colón, que contienen entradas detalladas de los 14.000 libros y que ofrece «un retrato del mundo del libro de aquella época» y, sobre todo, los libros de Cristóbal Colón «con sus apostillas y que están en la raíz del proyecto de su hijo», además de «El libro de las profecías» del almirante, un «documento extraordinario en el que probablemente colaboró su hijo».

«Hernando Colón fue tan visionario que pienso que no hemos sido capaces de entenderlo hasta ahora que vivimos en una edad en la que el poder de las tecnologías informáticas es muy claro, que están cambiando el mundo día a día».

«Hernando probablemente actuó como espía en Portugal»
Es imposible tratar de resumir en estas líneas el complejo retrato que realiza Edward Wilson-Lee de Hernando Colón y abarcar las numerosas líneas de fuga que encierra su figura, dese las relaciones con su padre a su relación con el protestantismo. Uno de los detalles más curiosos de su vida, tal como relata este historiador, es que «probablemente actuó como espía en Portugal» y estuviera involucrado en el «robo de secretos de Estado» en 1518, pocos meses antes de que Fernando de Magallanes zarpara con su flota en la que fue la primera circunnavegación de la Tierra. Esta competencia por los descubrimientos entre Portugal y España en el siglo XVI es «muy parecida», en opinión de Wilson-Lee, a la que mantuvieron EEUU y la extinta URSS en la Guerra Fría. «Es una demostración de que la información era lo más importante para saber por dónde se podía navegar y llegar más rápidamente a las Molucas», donde estaban las cotizadas especias. Esa expedición que realizó Hernando Colón a Portugal, que aventajaba a España en conocimientos técnicos de cartografía, podría perseguir «persuadir a uno o a más cosmógrafos portugueses» para que se pasaran a España y pudieran contribuir al éxito del viaje de Magallanes. Dos cartógrafos clave, añade Wilson-Lee, aparecieron en esa época en Sevilla. Uno de ellos, Diego Ribeiro colaboraría con Hernando en años sucesivos en la Casa de la Contratación.

 
Informacion